dimanche 22 août 2010

CONFESIÓN AURICULAR

El texto abajo hace parte de la carta de Juan Calvino al cardenal Sadoleto, dando respuesta a la invitación del cardenal para que la ciudad de Ginebra (Suiza), volva al seno de la iglesia católica y abandone la doctrina de los reformadores:



En cuanto a la confesión auricular, hemos rechazado la constitución del papa Inocencio, que recomienda a todos que digan todos sus pecados, todos los años, a un sacerdote particular. Seria muy largo de contar, cómo y por qué razones la hemos abolido. Sin embargo, que esto sea cosa mala lo demuestra el hecho de que las
conciencias de los fieles, libres de tal tormento, ya han comenzado a tranquilizarse y a confiar en la bondad y misericordia de Dios, conciencias que estaban antes en continua ansiedad y perturbación.

Nada quiero decir de las grandes plagas que la iglesia ha sufrido a causa de esta confesión, por las cuales debemos juzgar con toda justicia a la confesión como algo execrable. En cuanto a lo que hacéis ahora a este respecto, bástate saber que
nada hay escrito sobre ello en los mandamientos de Cristo, ni en la constitución de la iglesia primitiva.












Hemos suprimido con decisión todos los pasajes de la Santa Escritura, que los Sofistas tratan de tergiversar, para probar esta confesión. Y las historias eclesiásticas que hoy poseemos nos muestran que no habla en esto novedades por aquel entonces, cuando todo se observaba sencillamente, en lo cual concuerdan los testimonios de los padres; es, pues, abuso y engaño el afirmar como tú afirmas, que la humildad ha sido en esto recomendada y establecida por Cristo y por la iglesia.



Pues, si bien hay en ello cierta apariencia de humildad, sin embargo está muy lejos de ser placentero y agradable a Dios rebajarse so capa de humildad. Por eso San Pablo
nos enseña que la verdadera humildad es la que está conforme con la pura Palabra de Dios y se ajusta a ella.

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